Bardo: Una película que te dejará pensando
Vanguardia Independiente
Por: Ulises Zepeda
En definitiva, Bardo es una historia muy simple: un hombre que había regresado del exilio en México para recibir un premio. Pero el hombre que interpreta a Bardo, Silverlio (interpretado por Daniel Jiménez Cacho), no es un hombre simple, lo que significa que la narrativa se desmorona. Es una persona normal, es decir, un ser complejo que está tan traumatizado como una persona que ha vivido más de 20 años.
Nuestros sueños son proyecciones de nuestros miedos y deseos, y en ese sentido el bardo se presenta como el sueño lúcido de un hombre perdido en México, a pesar de ser mexicano. La naturaleza onírica de la película la convierte inmediatamente en una historia sobre el cifrado simbólico, y aunque hay algunos detalles bastante obvios, Iñárritu nunca trata de chulear a la audiencia. Esa sofisticación no parece ser el caso: el humor satírico comienza a colarse en la cinta, y los juicios que parecen fuera de lugar y licencia literaria pueden parecer inútiles.
Pero esto no sucede con el bardo, porque el bardo es un sueño, y cada cuadro, por sinsentido o superficial que sea, no deja de ser una proyección de un cerebro infantil perdido en su propia mente. Por supuesto, la proyección más grande en este caso es México: un fantasma con mil caras, cada una habitando un país diferente. Hay algunos detalles que me molestan de Bardo: el CGI, que no me impresiona porque Netflix no es un gurú en este ámbito, y la interpretación de muchos de sus personajes, que no está mal, pero a veces pienso. que veo Es una película, no una película. Quizás haya una razón para esto, porque los fantasmas que proyectamos como personajes secundarios no son del todo fieles a lo que son cuando están absortos en sus sueños. No tengo ni idea.
Bardo es un oxímoron y una tontería, porque la esencia de la historia onírica es verdadera. Durante el sueño, nuestro ego parece desaparecer porque nuestros sueños son la expresión más pura de nuestro ego. Estamos demasiado cerca, no podemos ver. Entonces Bardo puede ser tanto un reflejo narcisista del Iñárritu de Netflix filtrado a través de la metaficción, como un discurso honesto de alguien que fue producto de su época.
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